miércoles, 23 de agosto de 2017

“Para que se instaure el pensamiento es necesario que el sistema educativo se vuelva racional, crítico y creativo”


“Para que se instaure el pensamiento es necesario que el sistema educativo se vuelva racional, crítico y creativo”


Nosotros, como seres humanos, como hombres, tenemos una característica, entre muchas, que nos diferencian de los animales. Esa característica se llama “voluntad”.
La pregunta que precede a éste pensamiento es: ¿Cómo logramos desarrollar la voluntad para poder y saber elegir en la sociedad “voluntariamente”? Obviamente mediante la educación. Tenemos que entender que la educación debe contribuir a recuperar la capacidad de pensar, proponiendo la vigencia del pensamiento fuerte.
Seamos conscientes que la urgencia de lo inmediato, el indiscutible valor de las demandas personales y sociales, las insoslayables dificultades del diario vivir tienen la rara virtud de neutralizar la capacidad de pensar; de anular ideas y obviamente el pensamiento parece el gran ausente de una sociedad que ha santificado otros valores. Por esto mismo la educación es el salvavidas que debe intentar el rescate del pensamiento: en el campo de las ideas se deciden las grandes y las pequeñas cosas.
Las ausencias se pagan con el consentimiento y como dice el dicho “pensar es gratis, no hacerlo sale carísimo. En esencia, enseñar a pensar es garantizar la posibilidad de participar y de decidir, de aceptar o disentir. O nos constituimos en protagonistas del pensamiento o somos ejecutores del pensamiento ajeno.
Como segunda tesis afirmo que para que se instaure el pensamiento es necesario que el sistema educativo se vuelva racional, crítico, creativo… y que cada docente y religioso deje su papel de funcionario burocrático de la cultura para convertirse en un maestro del pensamiento, desde una genuina capacidad de reflexión autónoma. Su formación de grado, los mecanismos de perfeccionamiento y formación permanente y la estructura de los diversos sistemas educativos y las dinámicas institucionales deben asegurar este protagonismo reflexivo de los docentes. Nadie enseña a pensar desde la obsecuencia.
Y si entendemos que mediante la educación logramos formar una conciencia social, una conciencia democrática podemos inferir que de esa manera (con humildad afrontando la diversidad y la pluralidad social) construimos la “democracia”.
Ahora, y en referencia a la educación, "si se acepta que la escuela pública (como educadora) es un igualador social, se debe concluir que con el deterioro de la educación lo que se está afectando es a la propia democracia.

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